Vivimos rodeados de estímulos constantes: notificaciones, pantallas, música, reuniones virtuales y ruido urbano. Aunque muchos han aprendido a convivir con este entorno, la sobreexposición al ruido —digital y ambiental— puede tener consecuencias negativas para la salud física y mental. Por ello, practicar momentos de silencio consciente se ha convertido en una necesidad para equilibrar el bienestar personal.
El silencio no es solo la ausencia de sonido; es un espacio de pausa, atención plena y restauración. Diversos estudios han comprobado que dedicar tiempo al silencio puede mejorar la concentración, disminuir el estrés y fortalecer la salud cerebral.
Un estudio del Journal Heart (2006) reveló que dos minutos de silencio generan un mayor nivel de relajación que escuchar música relajante. El silencio ayuda a reducir la presión arterial y a disminuir los niveles de cortisol, lo que favorece la recuperación del sistema nervioso tras periodos de alta exigencia.
Además, la neurociencia ha mostrado que el cerebro utiliza los momentos de silencio para procesar emociones, consolidar recuerdos y restaurar su capacidad de atención (Krause, 2017). Esto lo convierte en un recurso clave en una era en la que la fatiga mental se ha vuelto común.
• Pausas conscientes sin dispositivos: reservar unos minutos al día sin celular, televisión ni música para simplemente respirar o contemplar.
• Caminatas sin audífonos: conectar con los sonidos naturales del entorno durante un paseo mejora la percepción y reduce la ansiedad.
• Espacios silenciosos en casa: crear un rincón de calma con luz tenue, plantas y sin distracciones tecnológicas.
• Retiro digital diario: definir horarios sin uso de redes sociales o pantallas, especialmente antes de dormir.
Más allá de la salud física, el silencio favorece la introspección y la conexión personal. Permite escuchar el cuerpo, reflexionar y encontrar claridad frente a situaciones emocionales o decisiones importantes. Es una herramienta poderosa para quienes buscan equilibrio emocional en medio de un mundo acelerado.
La práctica del silencio puede comenzar con apenas cinco minutos al día y extenderse gradualmente según las necesidades. El impacto, sin embargo, puede sentirse casi de inmediato.
Promover la salud emocional implica fomentar hábitos conscientes como el silencio y la desconexión. Coomeva acompaña estos procesos con programas de salud mental, actividades de bienestar y servicios diseñados para favorecer el equilibrio integral, ayudando a sus asociados a cuidar su bienestar en todos los aspectos de su vida.
Referencias
• Bernardi, L., Porta, C., & Sleight, P. (2006). Cardiovascular, cerebrovascular, and respiratory changes induced by di[erent types of music in musicians and nonmusicians: The importance of silence. Heart, 92(4), 445-452.
• Krause, B., (2017). The Great Animal Orchestra: Finding the Origins of Music in the World's Wild Places. Back Bay Books.