La economía circular cambia la forma en que las compañías administran los desechos y convierten recursos, sugiriendo un modelo en el que los materiales preservan su valor durante el mayor tiempo posible. Para una organización que tiene ambiciones estratégicas, incorporar la circularidad implica disminuir los gastos operativos, atenuar los riesgos en relación con la inestabilidad de las materias primas y reforzar la imagen de la marca ante los clientes y los reguladores. En esencia, la disminución de residuos se convierte en un beneficio competitivo que mezcla la eficiencia con la sostenibilidad.

El primer paso es trazar el ciclo de vida de los productos, reconociendo las fases cruciales donde se producen desechos. Ese análisis orienta las decisiones de diseño para promover la facilidad de reparación, los materiales reciclables y la modularidad. La compañía hace más fácil la recuperación y extiende la vida útil de los activos al priorizar los componentes estandarizados y los empaques reciclables, lo que reduce la necesidad de nuevos insumos.
En términos operativos, la circularidad se realiza mediante acuerdos de revalorización, logística inversa y ecodiseño. El ecodiseño simplifica y hace más sencillo el desmontaje; la logística inversa permite una recolección eficiente de artículos al término de su vida útil, y los acuerdos con fábricas de reciclaje o centros de remanufactura garantizan que los materiales vuelvan a la cadena productiva conservando el rastro. Estos procedimientos hacen posible cerrar ciclos y convertir desechos en insumos que tienen valor.
Desde un punto de vista financiero, los proyectos circulares requieren una inversión inicial,
pero proporcionan beneficios a medio plazo. La inversión se compensa con una disminución
en la compra de materia prima, la reducción de los costos de disposición y nuevas vías de
ingresos por servicios como reparación, remanufactura o arrendamiento de productos.
Asimismo, el hecho de prever el suministro y diversificar las fuentes de ingresos disminuye
la vulnerabilidad al riesgo de mercado.
La transición requiere de una gobernanza transparente y transformaciones culturales, como
la formación del personal, la implementación de indicadores relacionados con el ciclo de
vida y objetivos claros para disminuir los residuos. El seguimiento, la gestión y la rendición
de cuentas se facilitan gracias a herramientas como auditorías de residuos, tableros de
seguimiento y análisis de huella material. La credibilidad de los informes de sostenibilidad
se ve reforzada por la transparencia en la medición, lo que también contribuye a una mejor
relación con las partes interesadas.

Se recomienda comenzar con proyectos piloto de impacto cuantificable para progresar de forma práctica. Ejemplos eficaces son: rediseñar el empaque para reducir el uso de plástico innecesario, implementar un sistema de devolución de productos para repararlos o establecer acuerdos con proveedores que acepten materiales retornables. Las enseñanzas adquiridas en pilotos habilitan la ampliación de soluciones con más eficacia y menos riesgo. Te invito a conocer los programas para emprendedores de la Cooperativa Coomeva.