Dicen que la vida se parece a un río: a veces fluye con calma, otras con corrientes fuertes, y en ocasiones necesita detenerse en remansos para recuperar fuerza. La jubilación es justamente ese remanso, un momento para detenerse, respirar y reconectar con lo esencial. En lugar de verlo como una pausa definitiva, puede convertirse en una oportunidad para sanar cuerpo, mente y espíritu, como quien afina un instrumento para seguir tocando nuevas melodías.
El cuerpo es como un archivo viviente: guarda alegrías, pero también tensiones y hábitos que nos acompañaron durante años. Hacer una pausa permite leer esas “huellas” y darles un nuevo sentido. Ejercicios de respiración, caminatas conscientes o prácticas suaves como el yoga para adultos mayores pueden convertirse en aliados para soltar lo acumulado y recuperar vitalidad. Al contrario de lo que muchos piensan, moverse no es solo cuestión de juventud; es, más bien, un recordatorio de que cada etapa tiene su propio ritmo y belleza.
Así como abrimos las ventanas para ventilar una habitación, también la mente necesita aire fresco. La jubilación puede generar silencios que, si no se cuidan, se llenan de pensamientos repetitivos o preocupaciones. Aquí entra la antítesis: la mente puede ser un aliado o un saboteador. La diferencia está en cómo la alimentamos. Participar en cursos como Inmersiones Coomeva es una forma práctica de aprender nuevas herramientas, estimular la memoria y descubrir pasiones que quizá habían quedado guardadas en un cajón. Aprender no es un privilegio de los jóvenes; es un derecho vitalicio que rejuvenece el pensamiento.
Sanar no es solo cuestión de ejercicios físicos ni de retos intelectuales. El espíritu también pide su espacio. Aquí la pausa se convierte en un regalo: un momento de silencio, de meditación o de simple contemplación de lo cotidiano. El espíritu florece cuando dejamos de correr tras lo urgente y nos dedicamos a lo importante: una charla sin prisas, una lectura inspiradora o un taller que nos conecte con nuestro propósito.
Cuerpo, mente y espíritu no son tres caminos distintos, sino uno solo que se recorre con distintas luces. Si el cuerpo es la tierra, la mente es el agua y el espíritu es el aire, hacer una pausa es como encender el sol que los equilibra. Programas como Inmersiones Coomeva pueden ser un buen punto de partida: espacios diseñados para que cada persona explore estas dimensiones con actividades que educan y transforman al mismo tiempo.
En este momento de vida, no se trata de detener el reloj, sino de aprender a mirarlo con otros ojos. Y la mejor noticia es que nunca es tarde para empezar.
Referencias:
• Harvard Health Publishing. (2021). Mind-body connection: How your emotions affect your health. Harvard Medical School.
• Organización Mundial de la Salud. (2020). Envejecimiento saludable. OMS.
• Mayo Clinic. (2023). Meditation: A simple, fast way to reduce stress.