Liderazgo: reflexiones sobre ser líder

Probablemente el tema del liderazgo sea uno de los temas que se han abordado con más frecuencia en la literatura empresarial, por la importancia obvia que tiene, aunque en muchos casos sin hacer distinciones de fondo de lo que es administrar versus lo que es liderar. 

No obstante, y de ninguna manera es un tema agotado, y si se mira en un contexto más amplio, aplicado a todas las instancias y roles, y de cara a los desafíos que plantea la tercera década del siglo, el liderazgo no es un tema más: definitivamente es el gran tema.

Es pues tarea vital reflexionar al respecto y desmitificar los viejos modelos del jefe autoritario, impuesto la mayoría de las veces por las estructuras vigentes, con poder y sin autoridad, con las ínfulas de héroe salvador, pero sin las virtudes que implica ser un verdadero líder. 

Antes de preguntarnos ¿Cuáles son las cualidades de un líder? La pregunta obligada y reiterativa, por demás, es: ¿El líder nace o se hace? 

En alguna ocasión escuché una respuesta creativa y que tiene una gran esencia: el líder se hace, si le nace.

Cuando, desde una motivación interior, el ser humano decide salir de las sombras y la comodidad de ser un mero espectador, y empieza a convertirse en lo que puede y debe ser, a estar dispuesto a construirse día a día como mejor  persona, a ser reflexivo y no renunciar a su juicio crítico, se empieza a forjar el carácter de un líder.   

En una sociedad como la actual, inmersa en la “cultura ligth” donde la mayoría ha optado por el consumismo, el relativismo, el materialismo, el hedonismo ¿Tendremos suficientes personas interesadas en liderar su propia vida, el paso sine qua non, para liderar a otros? 

Son muchas las voces, una de ellas la del profesor Peter Drucker, que expresan que una de las grandes carencias del ser humano posmoderno, es su incapacidad de “autodirigirse”, de manera consciente y responsable, por lo que no es difícil concluir que tenemos escasez de líderes y necesidad de héroes, de los verdaderos, no los de las caricaturas dotados de poderes irreales y desproporcionados, sino de aquellos héroes sustentados en la nobleza y el servicio a los demás.

El filósofo Fernando Savater, en su libro LA TAREA DEL HÉROE*, define las virtudes asociadas a la nobleza del héroe:

"Hay dos virtudes directamente relacionadas con la nobleza: el valor y la generosidad. Todas las demás virtudes provienen de éstas y ninguna es imaginable en quien es cobarde o mezquino. Valor para conquistarlo y defenderlo todo, generosidad para renunciar a todo; valor para reconocer que nada está vedado por su altura o dificultad, generosidad para no necesitar nada; valor para afrontar la insoslayable desdicha, generosidad para compartir la improbable felicidad; valor del héroe para ser el mismo y valor para admitir que está condenado a no serlo del todo, a serlo en tanto va dejando de serlo: y a este último tipo de valor hay que llamarlo generosidad." 

Tal como lo afirman los autores Alfonso Siliceo, Bernardo Angulo y Fernando Siliceo en su libro: LIDERAZGO: EL DON DEL SERVICIO **:

“Ser héroe no es algo abstracto, inalcanzable, porque más allá de la fantasía romántica e ideal encarnada por personajes míticos y quijotescos, dentro de cada persona, existe la posibilidad y vocación de luchar por un proyecto inspirado en una visión, dirigido por una misión y que se muestre rico en valores y acciones, orientado siempre al servicio de los otros. El heroísmo bien entendido debe ser recuperado en todos los ámbitos: familiar, escolar, empresarial, industrial, comunitario, político y religioso.”

Cuando hay liderazgo, todo es posible: se pueden establecer los puentes para visualizar el futuro, se puede comprometer a muchos con la visión y los objetivos a alcanzar, se pueden establecer relaciones de largo plazo fundamentadas en el respeto, se pueden alcanzar los resultados y superarlos muchas veces y se pueden encarnar los valores, lo que finalmente da el marco y el referente a seguir, pues liderazgo es ante todo: ejemplo.