Hace algunos años en medio de una rutina abrumadora, descubrí dos prácticas que han transformado por completo mi vida: el mindfulness y mi conexión con la biodiversidad. Parece curioso hablar de estos dos conceptos juntos, pero al integrarlos encontré una fuente de equilibrio y bienestar que no había experimentado.
El mindfulness, o atención plena, es la práctica de estar presente en el aquí y el ahora, prestando atención de manera consciente a nuestros pensamientos, emociones y sensaciones corporales. Por otro lado, la biodiversidad es la variedad de vida que encontramos en nuestro planeta: desde los ecosistemas más grandes hasta los pequeños detalles de la naturaleza, como el canto de un pájaro o el fluir del agua.
Cuando practico mindfulness en un entorno natural, siento que la biodiversidad se convierte en un espejo de mi yo interior. Observar la variedad de formas, colores y sonidos en la naturaleza me ayuda a ser más consciente de mis pensamientos y emociones. De hecho, estar en contacto con la naturaleza es una de las maneras más efectivas de practicar mindfulness, ya que nos invita a desconectarnos del ruido de nuestras vidas y reconectar con lo esencial.
Te cuento que para empezar a integrar el mindfulness y biodiversidad, inicié de la siguiente forma:
Los beneficios de esta combinación son impresionantes, aquí te cuento los más comunes:
Mi consejo para ti es que cuando sientas que el estrés y la ansiedad te sobrepasan, haz una pausa.
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A través del mindfulness y la inmersión en la biodiversidad, encontrarás un equilibrio profundo y una nueva perspectiva de la vida.