De “me alcanza” a “estoy construyendo”: mi camino hacia la estabilidad financiera


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Durante años viví con la frase “me alcanza… más o menos”. Pagaba todo “a ojo” y me sobraba poco, así que sentía que trabajaba mucho, pero avanzaba poco. Un día me cansé de ese piloto automático y decidí poner mis finanzas en orden. No soy experta, trabajo, pago cuentas y también quiero darme gustos; por eso busqué un método simple que pudiera sostener en el tiempo.

Lo primero fue mirar de frente mis números. Abrí una hoja de cálculo y, por una semana, anoté cada gasto sin juzgar: café, transporte, plataformas, mercado, salidas. Descubrí dos fugas: compras impulsivas “pequeñas” y suscripciones que ya no usaba. Con esa foto en la mano apliqué la regla 50-30-20: 50% para necesidades (arriendo, servicios, mercado), 30% para deseos (salidas, caprichos, hobbies) y 20% para ahorro e inversión. No fue perfecto el primer mes, pero me dio un marco realista.

Después armé mi fondo de emergencia. La meta: cubrir de 3 a 6 meses de gastos básicos. Empecé con una transferencia automática el día siguiente a mi pago, como si fuera “otra factura” inevitable. Esa automatización fue clave: ahorrar antes de gastar quita la tentación y reduce la carga mental. En paralelo, revisé mis deudas. Usé la estrategia avalancha (pagar primero la de mayor tasa) y, en compras pequeñas, jugué con la bola de nieve (saldar la más chiquita para ganar inercia). Ver un saldo en cero es gasolina emocional.

regla503020

También redefiní mis metas con el enfoque SMART (específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con tiempo). Pasé de “quiero viajar” a “ahorrar $X en 8 meses para un viaje en noviembre”. Dividí la meta en micro-objetivos semanales; cada check me recordaba que sí estaba avanzando. Y, para no boicotearme, adopté dos hábitos sencillos: 1) espera de 48 horas antes de cualquier compra impulsiva online; 2) lista viva de caprichos: si algo sigue ahí un mes, quizá sí lo quiero; si no, era puro antojo.

Todo esto fue gracias a los beneficios que tengo como asociada a la cooperativa, pude aprovechar los contenidos y talleres de educación financiera y revisé opciones de ahorro programado e inversión que me ofrecieron una manera ordenada de consolidar ese 20%. Tener acompañamiento y herramientas me dio confianza para dar el salto de “guardar” a “invertir” con criterio y plazo.

Hoy no vivo atada al “me alcanza”, vivo con propósito. Sigo disfrutando mis cafés y mis planes, pero sin culpa, porque están presupuestados. Lo mejor no es el saldo, es la tranquilidad de saber que cada peso tiene una tarea.

Si quieres sentir esa misma calma, te invito a descubrir los beneficios que Coomeva ofrece en educación financiera, ahorro e inversión. Son aliados prácticos para empezar hoy y sostener el hábito mañana.

Este espacio es para comentarios acerca del contenido del blog, si requiere hacer alguna solicitud o información de alguna de las empresas del grupo si es Asociado a Coomeva Cooperativa por favor puede hacerlo a través de nuestros canales de contacto.