
Es una acción estratégica proteger un negocio legalmente, ya que garantiza el valor creado y permite la expansión sin sorpresas. Para quien inicia o dirige un proyecto, reconocer y proteger los activos intangibles marca, creación, diseño, contenido y saberes técnicos implica convertir conceptos en patrimonio que pueda ser defendido. Un plan de protección no solamente previene las copias y los conflictos, sino que además mejora la confianza de los inversionistas y los clientes, lo cual contribuye a que se establezcan alianzas y a que las condiciones de financiamiento sean más favorables.
El primer paso consiste en registrar los bienes de propiedad intelectual. Los logotipos, nombres comerciales y marcas tienen que ser comprobados a través de búsquedas de anterioridades y, si son viables, deben ser registrados en la oficina de propiedad intelectual correspondiente para lograr exclusividad en su categoría de servicios o productos. Los inventos técnicos están protegidos por patentes o modelos de utilidad. Antes de pedir una patente, es recomendable comprobar su novedad y aplicabilidad a través de un análisis técnico y, si corresponde, presentar formalmente la invención con precisión. El diseño industrial protege la apariencia del producto y el registro aumenta la barrera de entrada contra competidores que imiten su estética.
Desde que se crean, las obras creativas están protegidas por los derechos de autor; sin embargo, el registro de software, textos, manuales, fotografías y material audiovisual proporciona más evidencia en caso de conflictos. Igualmente, los secretos de la empresa es decir, fórmulas, procesos y bases de datos necesitan medidas internas: protocolos de confidencialidad, limitación del acceso y documentación de custodia para conservar su estatus como información confidencial.
La gestión contractual es imprescindible y complementaria. La inclusión de acuerdos de confidencialidad (NDA) con inversores potenciales, proveedores y socios resguarda información delicada en las etapas iniciales. Para garantizar que las creaciones generadas dentro del emprendimiento sean de la empresa, los contratos laborales y de prestación de servicios deben contener cláusulas de no competencia o no captación, cuando sea necesario, así como cláusulas para ceder los derechos de propiedad intelectual. Los contratos y licencias de explotación también posibilitan monetizar activos sin que se pierda el control.

La supervisión del mercado y el control de la utilización no autorizada de la tecnología o la marca contribuyen a identificar infracciones en una etapa temprana. Tener un protocolo de respuesta como cartas de cese, acciones administrativas o demandas y contar con expertos en asesoría legal ayuda a defenderse y a prevenir dilaciones costosas. El hecho de contratar servicios profesionales en propiedad intelectual y realizar revisiones periódicas del portafolio hace que la protección sea un componente esencial de la estrategia comercial.
La seguridad legal incluye también elementos de cumplimiento: políticas de privacidad, protección de datos y términos de uso para plataformas digitales. Estas resguardan tanto a los clientes como al emprendimiento. Te invito a conocer los programas para emprendedores que ofrece la Cooperativa Coomeva.