Emprender, emprendimiento, emprendedora, emprendedor, son palabras tan comunes y tan sonadas últimamente que en ocasiones creemos que es obligatorio “emprender”, y es tan curioso que a veces ni siquiera sabemos por qué nos hacemos llamar emprendedores y no empresarios.
Me tomé la libertad de preguntarle a Google cuál es la definición de emprendedor y me contestó:
1.[persona] Que tiene decisión e iniciativa para realizar acciones que son difíciles o entrañan algún riesgo.
2.[persona] Que establece y desarrolla una empresa o negocio.
Y también le pregunté cuál es la definición de empresario y me dijo:
1. Propietario o directivo de una empresa.
2. Persona que se dedica a la explotación de un espectáculo público.
Y aprovechando que actualmente trabajo en proyectos de fortalecimiento empresarial, decidí preguntarle también a algunas personas que ayudan a emprendedores y empresarios, encontrando que los primeros son quienes tienen la idea, trabajan sobre ella y favorecen a su desarrollo, y los segundos están en la cabeza de la organización, pero ya cuentan con equipo de trabajo que realiza las labores, por lo que se dedican más a la dirección y creación de estrategias.
Si lo vemos con el cuadrante del flujo del dinero que nos expone Robert Kiyosaki podríamos decir que el emprendedor es un autoempleado y el empresario el dueño del negocio.
De esta forma es mucho más claro, y podría decir que la gran mayoría empieza siendo emprendedora hasta que se organiza y crece de tal forma que se convierte en empresaria. Por lo que para llegar a ese punto, es necesario tener habilidades que te ayudarán a potenciar tu negocio y/o proyecto, pero que también serán relevantes con el talento humano y los clientes. Veamos algunas de ellas:
1. Creer:
Es necesario que consideres posible tener un negocio exitoso y organizado, teniendo la certeza que tienes un producto o servicio que podría tener mejoras en el proceso. Se hace estrictamente necesario que creas en tu potencial para sacar a flote esta idea que te da vueltas en la cabeza y que ya te genera algunas ventas.
2. Aprendizaje continuo:
Está bien que no hayas estudiado contabilidad, pero tienes que aprender a leer por lo menos tus resultados, saber si tus gastos están por debajo de tus ingresos y que acciones puedes crear para generar mayores utilidades. Prepárate para la vida, porque a veces dejamos de lado lo importante porque estamos en momentos de creación y olvidamos que la estructura de nuestro negocio también es importante. Algunas opciones son leer libros, suscribirte a un canal de YouTube que te aporte valor, conocimiento y formas prácticas para aplicar, escucha podcast, lee el blog Coomeva que cada vez se pone más interesante.
3. Enfoque:
Durante mucho tiempo escuché que debía ser multitarea, y que si no era de esa forma no lograría buenos resultados, también escuché que mientras más negocios tenga mejor, porque no debo poner los huevos en la misma canasta, y estas afirmaciones tienen algo de cierto, pero, todo a su debido tiempo. Como emprendedoras surgen miles, quizás millones de ideas, nuevos productos, otros servicios, diferentes empaques, en fin, y si empezamos a realizar todo lo que se nos ocurre, no culminamos ninguno, es decir que todo se va quedando a medias y nuestra energía está tan baja que nos sentimos agotadas; por lo que decidí poner en práctica el enfoque en un (1) servicio y en la generación de estrategias para que genere ingresos y sean recurrentes, creé estrategias de ventas y organicé mi estructura interna, así descubrí que después de tenerlo dominado, podría pasar a la siguiente idea de negocio.
Para finalizar, quiero expresar que no hay una sola estrategia, táctica o ruta ganadora, porque cada proceso y cada persona es diferente, tiene sus creencias, pensamientos y sentimientos que lo llevan a elegir su forma de emprender; sin embargo, a pesar de que este camino tiene altos y bajos, a veces muchas piedras, y el éxito llegará para ti siempre que disfrutes esta travesía y estés dispuesta a aprender de cada situación.