La pandemia afectó gravemente el acceso a la educación en todos los niveles, multiplicando así la deserción de
años anteriores, situación que para los entes públicos y privados resulta alarmante. Las universidades privadas
dependen de las matrículas para poder subsanar sus gastos, por lo que esto genera un duro golpe a la economía.
Siendo así, las matrículas de jóvenes de primer semestre disminuyeron en un 37%; en ese mismo orden,
estudiantes antiguos también desertaron de sus procesos educativos y poco más del 17% se inscribieron
en el segundo semestre de sus respectivas carreras.
“...poco más del 17%
se inscribieron en
el segundo semestre...”
Según la ASCUN, muchos padres consideraron
innecesario el seguir pagando por una educación
virtual en la cual se veía un bajo interés y poca
atención, lo cual provocó un alto índice de
deserción. También el deterioro de la situación
económica dentro de las familias, el bajo índice de
apropiación del proceso de educación virtual y
el restringido acceso a herramientas digitales y de
información contribuyen en buena medida a reducir
la calidad del aprendizaje.
Es importante que las familias inviertan en educación, pero cuando se tienen pocas ofertas de vinculación
laboral debido a las coyunturas nacionales y globales, abordar el tema de educación virtual no representa
una necesidad dentro de los gastos fijos del hogar. Es ahí cuando las brechas en acceso a educación que
se vive en Colombia no solo muestran la forma en la que el sistema educativo del país está expuesto a
múltiples amenazas del entorno, sino también la vulnerabilidad del proceso educativo que aviva aún más las
problemáticas sociales que se viven actualmente.
Según estudios, el 49.3% de los jóvenes que dejan
sus estudios es debido a la gran dificultad
económica que tienen muchos para costearla y el
19% porque ve la necesidad de conseguir un
trabajo antes que formarse profesionalmente;
así mismo, muchos lo ven como algo que a largo plazo
no retorna la inversión que se hace. Por tanto,
diversas voces plantean que no es factible introducir
educación virtual en nuestro país, sin antes
solucionar problemas de conectividad, estabilidad
económica de las familias y brechas sociales para el
acceso a la educación superior.
Siguiendo nuestro sentido solidario, como cooperativa
apoyamos a estudiantes con tecnología e insumos
para que así puedan dar lo mejor de sí en sus
actividades académicas. La pandemia nos ha dejado
un gran reto de actualización e inversión que
consideramos fundamental asumir para poder
ejecutar un modelo educativo eficiente, de calidad y
para todos.