Cuando corre la noticia de que la madre queda esperando un bebé, se anhela a que éste nazca sano, lleno de vida y sin ninguna deformidad. Pero cuando el bebé nace con alguna discapacidad, sus padres se ven abocados a enfrentar el reto de sacarlo adelante para que pueda desenvolverse en un mundo no apto para ellos. Uno de esos retos es lograr que su niño sea aceptado en el colegio, y es ahí en donde se refleja que no es fácil ser admitido, ya sea por su discapacidad, o porque los docentes del colegio desconocen las herramientas para poder enseñar a este tipo de personas. Esto es lo que tuvieron que enfrentar mis padres cuando pasaron por la etapa de buscarme un colegio. Fue un largo recorrido, ya que la mayoría de los colegios en los que estuvimos no me aceptaron al saber que tenía una limitación visual. No fue hasta que llegamos al Claustro Moderno en donde me abrieron las puertas para continuar con mis estudios.
Pero mientras sucedía esto, mis padres se preguntaban qué se debía hacer para que yo pudiera entrar al colegio. Aunque esto sucedió 37 años atrás, muchos padres de hoy se pueden estar preguntando lo mismo. Algunos pensarán que hay que ponerle un profesor especial a ese alumno con discapacidad. Otros pensarán que no puede entrar al colegio porque no podrá integrarse al grupo de compañeros.
Durante este proceso de estudio, el estudiante podrá encontrarse con diversas situaciones: el acompañamiento incondicional de sus padres, directivas del colegio, y muchos de sus compañeros. Pero también puede encontrarse con diversas barreras, ya sean físicas o sociales. Puede que las instalaciones del colegio no se adapten a su discapacidad, lo cual le impida moverse con facilidad. Otra dificultad es que sus compañeros, al no entender la discapacidad de su compañero, opten por no aceptarlo en sus grupos de trabajo, porque piensan que no les va a rendir igual porque no participa, o que no va a la misma velocidad de ellos.
A pesar de estas dificultades y de muchas más, las entidades educativas de muchos países se han dado cuenta, con el pasar de los años, de la importancia de elaborar estrategias para que la población con discapacidad pueda acceder al aprendizaje, y así poder ir a la par de los compañeros de clase, y lograr aprender lo deseado para cumplir con sus metas.
Una idea de estas estrategias la plantea el autor español Santiago Molina en su libro “Integración en el Aula del Niño Deficiente” (1987). El autor propone crear espacios para dos tipos de aula o salón: la ordinaria, en donde el niño asiste a clase junto con sus compañeros sanos; y la de apoyo, en donde se le incorpora la información que perdió al no poder seguir el hilo de la clase, a la vez que se le proporcionan los materiales adaptados según su limitación. Esto es, si el aprendiz es ciego, el aula de apoyo le será útil para leer en el sistema Braille el texto en tinta que su profesor compartió con sus demás compañeros.
Este es otro interrogante que los padres de un niño con discapacidad se plantean entre sí. En mi caso por ejemplo, mi oftalmólogo, el doctor Eduardo Arenas Archila, le aconsejó a mi madre ponerme en un colegio normal, dado que la mayoría de las personas en el mundo eran sanas, y por tanto, no existía un país que albergara solamente personas con discapacidad.
De hecho, el mismo Santiago Molina afirma que es mejor que el niño esté la mayor parte del tiempo en el salón “ordinario”, ya que tiene mejor rendimiento académico y un mejor desarrollo personal. Sin embargo, el autor afirma que el niño se integra mejor al estar en el aula especial.
Cuando estuve en el colegio, no había el esquema de aula ordinaria y aula de apoyo. Mi madre siempre estuvo pendiente de mi educación, de mis tareas, y si no entendía, me ayudaba. Así mismo, contrató profesores particulares que me explicaban lo que no entendía, y me orientaban en lo que había quedado perdida, pues perdía el hilo del tema de la clase, al explicar los temas en el tablero. Puedo decir que esa ayuda particular fue como una especie de “salón de apoyo”.
Hoy en día, los gobiernos del mundo y las instituciones educativas están implementando planes de estudios adaptados a las personas con discapacidad. Sin embargo, todavía falta satisfacer totalmente las necesidades de esta población:
● Es importante que las universidades incluyan en sus planes de estudio o currículos temas sobre discapacidad: cuántos tipos hay, sus aspectos psicológicos y cómo enfrentar una situación si a su clase llega un alumno con esta condición.
● No negar el ingreso del niño a la institución, sino plantear ideas de cómo se le puede ayudar. No hay que negar que, por lo menos en Colombia, la Ley General de Educación garantiza proporcionar las ayudas necesarias, tales como docentes auxiliares y material adaptado.
● Los niños y niñas con discapacidad pueden estar en colegios regulares. Todo depende de observar en qué aspectos se les debe proporcionar la ayuda especial, para que puedan desarrollar sus capacidades, y así llegar a hacer grandes cosas que los harán importantes e inolvidables.