La curiosidad ha sido el motor detrás de los más grandes descubrimientos de la humanidad. Desde la infancia, esta habilidad nos impulsa a explorar, preguntar y aprender, pero con el paso del tiempo, muchas personas la van dejando de lado. En un mundo en constante cambio, donde la innovación y la adaptabilidad son clave, desarrollar una mentalidad curiosa no es solo deseable: es esencial.
La curiosidad es ese impulso interno por entender lo desconocido, por ir más allá de lo evidente. No se trata solo de hacer preguntas, sino de buscar activamente respuestas, de querer comprender cómo funcionan las cosas, por qué suceden y qué hay más allá de lo que se ve a simple vista. Es una forma de pensar que desafía lo establecido y que abre la mente a nuevas posibilidades.
Contrario a lo que se cree, la curiosidad no es una cualidad estática con la que se nace o no. Es una habilidad que se puede cultivar. ¿Cómo? A través de prácticas cotidianas como:
• Leer sobre temas variados, más allá del área profesional.
• Hacer preguntas abiertas en conversaciones.
• Probar nuevas rutas, sabores o actividades.
• Exponerse a diferentes perspectivas, culturas e ideas.
• Usar el “¿y si…?” como punto de partida creativo. Incluso dedicar unos minutos al día a investigar algo que no se conoce puede activar y fortalecer esta habilidad.
Ser una persona curiosa mejora la capacidad de resolución de problemas, estimula la creatividad, fortalece la memoria y reduce el miedo al cambio. Además, en entornos laborales y académicos, la curiosidad está asociada con un mejor desempeño, ya que promueve una actitud de aprendizaje constante y adaptabilidad.
En el ámbito personal, también permite relaciones más empáticas y significativas, ya que
impulsa a interesarse genuinamente por los demás y a ver el mundo con una mirada más
abierta.
La innovación no nace de repetir fórmulas, sino de cuestionarlas. Los líderes más disruptivos en tecnología, ciencia, arte y negocios coinciden en algo: tienen una curiosidad insaciable que los lleva a buscar nuevas formas de hacer las cosas. Así, cultivar esta habilidad puede convertirse en una ventaja competitiva en cualquier campo.
Reactivar la curiosidad es reconectar con el asombro y la posibilidad. No importa la edad ni la profesión: todos podemos entrenar nuestra mente para preguntar, explorar y aprender constantemente.
Y cuando se cuenta con aliados que impulsan el crecimiento personal y profesional, como lo hace Coomeva con sus programas de educación continua, herramientas digitales y acceso a contenidos de valor, el camino del aprendizaje se vuelve más accesible, diverso y enriquecedor.
Referencias
• Kashdan, T. (2010). Curious? Discover the Missing Ingredient to a Fulfilling Life.
• Harvard Business Review (2023). The Business Case for Curiosity.