Es importante reconocer las ventajas que ha tenido para los seres humanos la tecnología, tanto para el desarrollo e investigación de enfermedades, su tratamiento y cura como para otros muchos aspectos en la vida de las personas.
Cada vez más la tecnología o hacer uso de aparatos o dispositivos como el celular, tablet, computador, permiten el acceso a la educación en temas como la medicina, la ciencia, psicología y muchos más. Igualmente, facilita la comunicación y que tengamos mayor acercamiento al conocimiento de una manera fácil como en ningún otro momento de la historia.
No obstante, es importante reconocer que, así como hay múltiples ventajas también han surgido riesgos, especialmente en el caso de los niños.
Cuando un niño desde muy temprana edad está en contacto con dichos aparatos y dispositivos digitales, así como puede estimular su creatividad, ingenio e inteligencia, también puede afectar otros aspectos de su cerebro dependiendo del tiempo de uso.
Teniendo en cuenta lo anterior, muchos profesionales en pediatría, psicología y psiquiatría han sugerido atrasar el uso de tecnología a edades muy tempranas “ya que brindan una gratificación instantánea”, es decir, cada vez que estoy aburrido o estresado tengo algo que me alivia. Este aspecto sucede de forma muy similar en los jóvenes quienes pueden tener la costumbre de que cada vez que se sienten mal, que están frustrados, acudan al teléfono como una forma de aliviarlo, por lo cual se le enseña al cerebro que ante el aburrimiento o el estrés hay una vía fácil.
Por lo tanto, cuando a un niño se le da un dispositivo electrónico a muy temprana edad para que “se entretenga y deje de llorar”, le estamos ayudando a desarrollar una nula tolerancia a la frustración, no permitiéndole que su corteza prefrontal (que es el área del cerebro que se encarga de pensar, razonar, reflexionar y de dar soluciones a los problemas) llegue a su máximo potencial, ya que siempre esta en búsqueda de una “gratificación instantánea”. Así que, ayudarle al niño a “atrasar la recompensa”, como lo explica la médica psiquiatra Marian Rojas, ayuda al desarrollo de su corteza prefrontal, ya que el niño podrá contar con mayores recursos que permitirán que logre gestionar sus emociones.
4. Postergar la recompensa: está bien que esperen, cuando piden algo, esto permite fortalecer su corteza prefrontal, esa capacidad de esperar, de tener mayor tolerancia a la frustración y poder gestionar sus emociones.