La celebración de las posadas, se remonta a la época colonial mexicana, puesto que los misioneros, afanados por evangelizar a los nativos, usaban todo tipo de recurso o medio.
Las posadas corresponden a un novenario, en el cual la comunidad se prepara para celebrar la venida de Jesucristo. En dicha preparación, se acompaña en forma espiritual a la virgen María y San José en su peregrinación hacia Belén.
La representación teatralizada y festiva de las posadas, contribuyó a que los mexicanos no las tomaran como una imposición, además los misioneros optaron por concluirlas mediante una especie de piñata, usando una olla de barro que llenaban de golosinas dulces y frutas, y que los niños con sus ojos vendados, rompían con ayuda de un palo.
Posteriormente, la olla de barro se sustituyó con un cartón recubierto de colores brillantes. De esta forma, el juego y la piñata se convirtieron en un elemento significativo de las posadas.
Las posadas mexicanas comprenden:
La costumbre de celebración de las Posadas entró con los inmigrantes a Estados Unidos, especialmente a California, Nuevo México, Arizona, Texas y Nueva York.
Las posadas son manifestaciones de religiosidad popular, puesto que son celebraciones realizadas fuera de la iglesia y no necesariamente tienen que estar aprobadas por esta ni presididas por un sacerdote, lo que sí sucede con los actos litúrgicos. Las posadas son celebradas, conservadas y transmitidas por el pueblo.