El más importante maestro de virtudes y carácter que tiene un niño, es el adulto que se ocupa de su cuidado. Los niños empiezan el aprendizaje de lo que está bien, y lo que está mal, como resultado de la interacción con su ambiente y descubriendo que el adulto que lo cuida es quién coloca límites a lo que le está permitido hacer y a lo que no lo está. De esta forma comienza el proceso mediante el cual los niños se convierten en personas que pueden vivir acorde a un mundo civilizado.
El moldeamiento del carácter moral de un niño depende de:
Para que el niño aprenda a vivir en sociedad debe lograr un equilibrio entre sus deseos personales y las necesidades de los diferentes grupos sociales: familia, escuela, vecindario, sociedad.
Tristemente en nuestra sociedad encontramos muchos ejemplos de desequilibrio, puesto que las personas generalmente anteponen sus propios deseos y necesidades a las de los demás.
En nuestra sociedad es común que los adultos se sientan impotentes al ver como los niños, reciben de sus compañeros de juegos y escuela, de los medios de comunicación (redes, tv, radio, entre otros), y de todos los entornos, lecciones erróneas que no queremos que aprendan.
Pero esto no debe detener al adulto, en su compromiso de guiar a los niños que tiene a cargo, puesto que lo único mandado a hacer cuando hay confusión, es poner orden.
Bajo los adultos precisamente recae la responsabilidad de prevenir el desorden de un mundo falto de carácter y moralmente cuestionable. El clima de virtud y valores para el crecimiento de los niños debe ser creado por el corazón y la mente del adulto, consciente de las lecciones que sabe que deben ser enseñadas a esos pequeños seres en formación.
Los valores no son algo que si inculca a la fuerza, su enseñanza ocurre producto de la interacción diaria con los niños, en cualquier sitio, lo que si requiere es un trabajo intenso por parte del adulto, una disposición para enseñar y corregir y la claridad que debe ser modelo de los valores que quiere enseñar.
La verdadera educación de los niños se completa con la enseñanza de valores, que los hará convertirse en personas íntegras, con capacidad para vivir armónicamente con los demás y distinguir lo que es bueno o malo para sí mismos y los demás. No desaproveches ningún momento cotidiano para educar a tus niños en valores.