Apuestas de educación basadas en las necesidades de la modernidad.
La educación no formal es un proceso no sistematizado que emplea mecanismos de enseñanza novedosos o innovadores. Por tanto, puede evolucionar a partir de la acumulación de experiencias y conocimientos, al tiempo que establece vínculos entre las áreas de estudio específicas y el dinamismo de las nuevas tecnologías.
Entre los cambios que la situación sanitaria mundial ha impuesto, quizá el más importante sea el acercamiento a diferentes herramientas virtuales que ya empiezan a marcar tendencias. Está claro que todos los sectores de la sociedad deben adaptarse a las nuevas tecnologías, entre las que se encuentran iniciativas tan relevantes para la vida moderna como la educación no formal. Actualmente, las grandes empresas tecnológicas estudian con atención el uso de diferentes herramientas educativas digitales, ya que estas aseguran la continuidad del aprendizaje y generan mayor interactividad, características imprescindibles para pensar en el presente y futuro de la educación.
Teniendo en cuenta que la educación es una gran aliada para nuestra mejora integral como ciudadanos, debemos pensar en nuevas formas de adaptarla a las exigencias del mundo contemporáneo. Sin duda, transformar los procesos que definen la manera en que nuestra sociedad aprende, con el propósito de estar a la altura de las exigencias del mundo digital, contribuirá a prepararnos para el futuro.
Es preciso reconocer que la producción de conocimiento pasa por cambios importantes,
particularmente en lo relacionado con las nuevas tecnologías virtuales, como lo demuestra el impacto que han tenido sobre los educadores durante la pandemia. En este sentido, surgen dos preguntas esenciales de cara al futuro próximo: ¿cuál es la verdadera forma de educarnos? y ¿qué otro tipo de educación es posible? Acercarnos a un método de enseñanza que incorpore estrategias interactivas es un primer paso hacia la innovación.
La coyuntura mundial nos plantea un futuro lleno de incertidumbre, motivo suficiente para revisar la forma en que se trazan los vínculos, cada vez más importantes, entre la educación y la virtualidad. Al respecto, hay que considerar una problemática de gran impacto para el país y la región: la brecha digital, sobre todo en las poblaciones alejadas de los centros urbanos. Esta situación afecta a muchos estudiantes y, en un sentido amplio, a la comunidad en general, puesto que se pierden muchas oportunidades al estar lejos del contacto con las nuevas tecnologías. Por ello, otro desafío para los procesos educativos actuales será diseñar estrategias que contribuyan a disminuir el impacto negativo de la brecha.