Contar con una cantidad de dinero para invertir puede ser el inicio de una vida próspera y equilibrada. Sin embargo, hay ciertos términos que debes conocer antes de llevarlo a cabo. Uno de ellos es el de riesgos financieros. Estos son un elemento constante en cualquier esquema de ahorro, inversión, entre otros. Y dependerá de ti aprender a administrarlos para reducirlos al máximo.
El concepto de riesgos financieros no solo aplica a las empresas, sino que también es válido para las personas. A continuación, conoce qué son, por qué se producen y cuáles son los tipos que existen.
Según Economipedia (2021), los riesgos financieros son “la probabilidad de que se produzca un acontecimiento negativo que provoque pérdidas”. Es decir, como no se tiene certeza sobre el rendimiento de una inversión, existe la posibilidad de que no llegue a los niveles esperados o sea nulo.
Este concepto puede aplicarse tanto a los negocios como a las personas. En el primer caso, los riesgos dependen de las políticas financieras que siga la empresa. Para los individuos, pueden ocurrir por un bajo rendimiento de los fondos de inversiones, cambios económicos en el sector o la inestabilidad de los mercados. En todos estos casos, lo que se arriesga es el capital invertido.
Por lo general, riesgo y rentabilidad son términos que van de la mano. Esto es porque al aumentar el riesgo, mayores beneficios generará la inversión o activo. Sin embargo, no existe un solo tipo de riesgo financiero. Cada uno está expuesto a diferentes categorías dependiendo su actividad.
Este riesgo se debe a la incapacidad de convertir un activo en dinero corriente. Una de sus consecuencias a corto y mediano plazo es no cumplir con las obligaciones establecidas. A largo, se puede llegar a la quiebra. Un ejemplo es una empresa dedicada al marketing de afiliados. Como las ganancias no se pueden cobrar de inmediato, suelen tener un alto riesgo de liquidez.
Es un riesgo que se debe al deterioro de valor por los cambios en los precios y en la tasa del mercado. A corto plazo puede generar pérdidas. Sin embargo, a mediano y largo puede corregirse el panorama, ya que se tiene más tiempo para compensar los incrementos con las reducciones.
Este riesgo se debe a que la contraparte de un crédito no cumple con lo acordado y no realiza los pagos establecidos. Un ejemplo es cuando quieres comprar un coche a plazos. La concesionaria investiga cómo ha sido tu vida crediticia para reducir el riesgo de no cumplir con los abonos.
Una de sus consecuencias a corto plazo es no recibir los recursos comprometidos; a mediano, incurrir en pérdidas. Y a largo, el deudor puede ver afectada su calidad crediticia.
Este riesgo se origina cuando una empresa deja de ganar dinero debido a fallas en su actividad. Una de sus consecuencias a corto plazo puede ser la incapacidad de hacer frente a los gastos del día a día; a mediano, dejar de pagar a proveedores. Y a largo, cerrar definitivamente el negocio.
Pero no todo son malas noticias. Existen diferentes formas de administrar los riesgos financieros y reducir su impacto.
Los riesgos financieros son una realidad que no se pueden negar. A través de tu contabilidad con el débito y crédito correspondiente podrás identificar lo que enfrentas. Así pondrás en marcha algunas de las recomendaciones mencionadas y los minimizarás de manera eficaz.