El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una enfermedad compleja de etiología multifactorial, es decir, es producida por diferentes causas. Según la Asociación Americana de Psiquiatría, el TOC se clasifica como uno de los trastornos de ansiedad y es una perturbación mental muy común en la actualidad.
Manifestaciones clínicas del TOC:
Tanto las obsesiones como las compulsiones varían de un individuo a otro. Las más frecuentes son:
Según la OMS (organización Mundial de la Salud), el TOC es una de las enfermedades más limitantes, ya que el padecimiento de este trastorno representa una pérdida de tiempo en la rutina diaria del individuo, lo cual interfiere negativamente en las relaciones laborales, académicas, amorosas y en la vida social.
Se caracteriza por ideas involuntarias, negativas e irracionales en la mente de quién lo padece hasta el punto de causar incapacidad para llevar una calidad de vida normal y adecuada. Si el TOC es conductual, puede ser detectado fácilmente por la familia de quién lo sufre; si por el contrario, es mental, la persona que lo padece puede esconder lo que le sucede sin que nadie se percate de su situación, salvo cuando el trastorno se encuentre en una etapa muy avanzada.
Es importante diagnosticar en forma temprana el TOC puesto que la necesidad de realizar “rituales” compulsivos, evitar situaciones de ansiedad y los recursos cognitivos dedicados a pensamientos y/o preocupaciones obsesivas, constituyen un grave impedimento a la salud, función y desarrollo apropiado propio de cada edad. Además, los efectos del TOC no sólo se limitan a la persona que sufre el trastorno sino que también afecta a padres, cónyuges, hermanos y otros familiares.
Su tratamiento es principalmente psicológico y está enfocado a lograr que la persona que padece este trastorno pueda gestionar su ansiedad y elimine de su vida las compulsiones. En los tratamientos terapéuticos, la reducción de la ansiedad es mayor cuando los pacientes son acompañados por un miembro de su familia.
