Las artes marciales como su nombre lo indica, surgieron vinculadas a la guerra, en épocas en que los hombres se enfrentaban cara a cara en el campo de batalla, y mucho antes que se introdujeran las armas de fuego en dichas contiendas. La lucha entre guerreros era cuerpo a cuerpo. Con la implementación de armas de fuego en la guerra, las artes marciales pasaron a un segundo plano.
En Oriente, las artes marciales que dejaron el escenario bélico pasaron a formar parte de sistemas educativos psicofísicos, basados en la práctica regular de técnicas útiles para la autodefensa y para el crecimiento espiritual interior del individuo.
El propósito principal de las artes marciales es obtener salud física y bienestar emocional. El único torneo más importante de la vida que debemos ganar desde la perspectiva de las artes marciales, es el que realizamos todos los días y las mejores técnicas están en nuestros pensamientos, y la práctica de las artes marciales son útiles para ayudarnos a vencer estados negativos mentales como: inseguridad, miedo, temor, ira, mal humor.
Las artes marciales comprenden algo más que la aplicación de técnicas de combate, ya que el espíritu de quién las practica también debe entrar en acción.
Su desarrollo recibió gran influencia del contexto geográfico, político, militar, filosófico y religioso, y precisamente la influencia filosófica y religiosa, ésta última procedente del budismo y taoísmo, hizo que estas artes de combate tuvieran un trasfondo espiritual.
Las artes marciales actualmente son practicadas en gran cantidad de gimnasios por todo el mundo y se encuentran entre los diez deportes más practicados.
Las artes marciales se pueden clasificar de acuerdo a los siguientes criterios: Según la técnica o sistema usado:
Según su objetivo:
Según el énfasis técnico:
Los principales beneficios atribuidos a la práctica de las artes marciales son: