Hay un ingrediente vital que es citado con frecuencia en los modelos gerenciales exitosos y es el de la visión compartida. De hecho, es la tercera disciplina del modelo de las organizaciones que aprenden planteado por Peter Senge; y cuando se habla de visión compartida abarca los grandes propósitos, los cuales incluyen los valores, el gran objetivo unificador, la misión o propósito superior y la propuesta de valor.
Viene entonces la pregunta ¿Cómo acercarnos a este concepto y verlo posible para nuestras empresas?
Partamos de la premisa que una declaratoria de visión -incluidos los grandes propósitos, emitida por decreto desde la alta gerencia- es tan frágil y efímera como el peso de la hoja de papel en el que está escrita, y ni siquiera fundiéndola en bronce y fijándola en la entrada principal, puede tener la fuerza que se requiere para hacerla posible y tangible.
Sin que suene a receta, se pueden identificar 4 pasos para llevar a cabo un proceso consistente en pro de una visión compartida:
Las palabras no tienen significado por sí solas, adquieren significado en su contexto. Por ejemplo ¿Qué expresa la palabra visión? Es crear un escenario ideal; es ver una imagen del futuro que deseamos; es actuar para convertir un sueño en realidad. Este ejercicio se debe hacer con todos los grandes propósitos. Cuando se acuerde que los términos tienen un significado común, se pasa a la formulación.
Es aclarar y expresar (hacer explícitos) la visión y los grandes propósitos, es definirlos, buscando las palabras precisas y ojalá con textos breves, que definan en pocas y poderosas palabras, la esencia de lo que es, lo que ofrece y lo que sueña la organización.
Hay cortas pero inmensas declaraciones de visión de compañías como Disney: “La creación de un lugar en el que todos podamos ser niños”, y de los hoteles Ritz-Carlton: “Damas y caballeros atendiendo damas y caballeros”, alrededor de las cuales se siguen construyendo estos conglomerados empresariales, que convocan a miles de empleados en todo el mundo.
Es difundir los grandes propósitos por los canales adecuados, a los grupos de interés: colaboradores, inversionistas, proveedores, clientes, comunidad.
La comunicación efectiva y con criterio siempre es importante en una empresa, pero cobra especial relevancia en un proceso consistente en pro de una visión compartida.
Es alinear las prácticas diarias con los grandes propósitos. Probablemente es el paso de mayor compromiso que requiere de la coherencia organizacional, pues proclamar propósitos que contrastan con lo que en realidad se muestra con las conductas en lugar de propiciar la sinergia y la alineación, alienta el escepticismo.
Como lo afirma Ken Blanchard en su libro Administración por valores*: “El éxito verdadero no proviene de proclamar nuestros valores (léase grandes propósitos), sino de ponerlos en práctica consecuentemente todos los días”.
Los que tienen un propósito común aprenden a alimentar un sentido de compromiso en un grupo u organización desarrollando imágenes compartidas del futuro que buscan crear y guías que les ayuden a conseguir sus metas.
Una visión sólo es compartida cuando posee un poder duradero y una fuerza vital que evoluciona a lo largo de muchos años, impulsando a la gente en un ciclo continuo de acción, aprendizaje y reflexión.
*Blanchard K. y O´Connor M. (1997) Administración por valores. Grupo Editorial Norma.
MARÍA MERCEDES PULGARÍN PERDOMO
Consultora gerencial
Estrategia, Cultura y Comunicación Corporativa
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