Durante mucho tiempo, muchas personas, incluidas las mujeres, hemos vivido sin notar las barreras invisibles que enfrentamos a diario. Aunque pueda parecer extraño, a veces no reconocemos estas barreras porque no las hemos experimentado directamente o porque las normas sociales nos enseñaron que "así son las cosas" y debemos aceptarlas.
Sin embargo, si no nos ponemos los lentes de la equidad de género, seguimos viendo un mundo desenfocado, donde las desigualdades pasan desapercibidas y se perpetúan. Pero, ¿qué significa ponerse estos lentes? No se trata de cambiar el mundo de un día para otro, sino de comenzar a verlo desde una nueva perspectiva, más justa y humana. Es cuestionarnos cómo nuestras acciones diarias, en el hogar, en el trabajo, o incluso en nuestras conversaciones, pueden estar contribuyendo a mantener las brechas de género.
Estas desigualdades no solo afectan a las mujeres. Los hombres también se ven limitados por ciertos roles que "no les corresponden", como ser cuidadores o expresar emociones, porque "eso no es de hombres".
Un buen punto de partida es reflexionar sobre los distintos escenarios de la vida: el hogar, el trabajo, la familia, y otros espacios donde los roles asignados socialmente están desbalanceados y coartan nuestra libertad. Analicemos tres situaciones comunes:
Organizaciones como Coomeva están dando un paso importante al poner estos temas sobre la mesa. Hablar de inequidad es incómodo, pero necesario. Coomeva entiende que el primer paso hacia el cambio es visibilizar estas injusticias, por eso te invitamos a participar en el curso virtual DE IGUAL A IGUAL que encontrarás en el campus virtual y que te permitirá cambiar de lentes.
Es momento de reconocer que las oportunidades no han sido equitativas y que el cambio depende de cada uno de nosotros, partiendo desde nuestra cotidianidad. Como bien se dice: “que el privilegio no te nuble la empatía”.
Hoy, más que nunca, es momento de ponerse los lentes de equidad de género y ver el mundo con la claridad que merece.
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