Cuando pensamos en bienestar, solemos enfocarnos en la alimentación saludable, la actividad física o la salud mental. Pero hay un componente igual de vital que muchas veces pasamos por alto: el descanso consciente. Más allá de dormir bien, esta práctica propone espacios regulares de pausa y desconexión con intención, como una estrategia activa para cuidar nuestro cuerpo, mente y emociones.
En un mundo acelerado, donde la productividad se valora más que el equilibrio, aprender a parar se ha vuelto un acto revolucionario. Estudios recientes demuestran que las pausas conscientes no solo reducen el estrés, sino que mejoran la concentración, estimulan la creatividad y previenen el agotamiento físico y emocional.
Es un tipo de descanso que se practica con plena atención, es decir, donde el objetivo no es simplemente “no hacer nada”, sino recuperar energía física y mental a través de pequeños rituales o actividades que nos conectan con el presente. Puede ir desde una caminata sin celular, una práctica corta de meditación, estiramientos suaves o simplemente respirar con conciencia por unos minutos al día.
Este tipo de descanso también implica aprender a decir no a los estímulos constantes como notificaciones, pantallas y multitarea para crear espacios de silencio interior. Y lo mejor: no se requiere mucho tiempo, solo voluntad y constancia.
Diversas investigaciones en neurociencia y psicología positiva han demostrado que el descanso consciente:
Además, fomenta una relación más amable con uno mismo, lo cual se traduce en una mejor calidad de vida y relaciones más sanas.
Pequeños cambios en tu día a día pueden generar un gran impacto en tu bienestar. La clave está en la intención con la que descansas, más que en la cantidad de tiempo.
En Coomeva creemos que el bienestar empieza por ti. Por eso, promovemos hábitos de vida saludables y programas de bienestar físico y emocional para nuestros asociados.
Fuentes consultadas: