Hablar de bienestar suele remitirnos al cuerpo, a la mente o a las emociones, pero hay una dimensión que muchas veces olvidamos: el bienestar financiero. Ese estado en el que sentimos que tenemos control sobre nuestras finanzas, que tomamos decisiones conscientes con el dinero y que construimos tranquilidad para nuestro futuro.
El bienestar financiero no tiene que ver con cuánto ganamos, sino con cómo lo gestionamos. Una persona puede recibir grandes ingresos, pero vivir con estrés constante por deudas, gastos impulsivos o falta de planificación. Por el contrario, quien tiene hábitos saludables con su dinero, aprende a priorizar, ahorrar, invertir y vivir en equilibrio sin sentir que todo se trata de sacrificios.
La OCDE (2020) define la educación financiera como la capacidad de tomar decisiones informadas y efectivas respecto al uso y administración del dinero. Esto implica entender conceptos básicos como presupuesto, ahorro, inversión, deuda o riesgos. Pero también implica desarrollar habilidades emocionales, como la paciencia, la disciplina o la capacidad de diferir recompensas. Porque sí, la salud financiera también se entrena.
Cultivar este tipo de bienestar nos permite reducir el estrés, prevenir crisis económicas, afrontar imprevistos y construir metas a largo plazo. ¿Un viaje soñado? ¿Estudios? ¿Un fondo para emergencias? Todo empieza por una conversación honesta con nuestro dinero y un compromiso con nosotros mismos.
Y no se trata solo de planear, también es importante aprender a disfrutar. Darle valor a lo que tenemos, encontrar placer en las decisiones inteligentes, compartir desde la abundancia y no desde la escasez. Cuando entendemos que el dinero es un medio y no un fin, todo empieza a fluir de forma más liviana.
Hoy existen muchas herramientas que pueden ayudarnos en este camino: plataformas de inversión, aplicaciones de presupuesto, talleres de educación financiera, seguros que nos protegen y opciones de ahorro que se ajustan a cada necesidad. Estar informado es el primer paso para tomar decisiones que nos acerquen al estilo de vida que deseamos.
Y cuando somos parte de una comunidad que nos brinda acceso a alternativas como asesoría financiera, ahorro programado, portafolios de inversión, seguros, educación financiera y alianzas para alcanzar nuestras metas, como ocurre con entidades como Bancoomeva, Fiducoomeva o los programas educativos de Coomeva, logramos que nuestras finanzas también se conviertan en una fuente de bienestar integral.
Además, formar parte de una red cooperativa como Coomeva facilita aún más ese camino hacia la tranquilidad financiera. Desde cuentas de ahorro hasta alternativas de inversión, pasando por asesorías personalizadas, productos de protección, convenios educativos y beneficios exclusivos, los asociados encuentran un respaldo integral para construir un futuro financiero más seguro, consciente y alineado con su estilo de vida.
Referencias bibliográficas: