Los juegos cooperativos permiten a las personas adquirir confianza grupal en sus capacidades y en las demás personas, aprender a gestionar los conflictos con otros y superar las dificultades.
Algunos ejemplos de juegos para trabajo en equipo usados para lograr estos objetivos son:
“La fila cooperativa” tiene como objetivo lograr que un grupo de personas se organice y cambie de sitio en un espacio muy estrecho, como puede ser encaramados en una fila de sillas. Quien dirige la actividad debe invitar al grupo a organizarse en función de diferentes parámetros como estatura, edad, talla de calzado, entre otros. Esto hace que los participantes cooperen unos con otros para el cumplimiento del objetivo.
Otra técnica de cooperación muy usada es el puzzle cooperativo, en el cual se divide a un gran grupo en varios subgrupos, a cada uno de los cuales se le asigna un puzzle determinado. La actividad consiste en la construcción del puzzle reuniendo las piezas que le hagan falta, teniendo en cuenta que exista la dificultad para completarlo y que las piezas faltantes se encuentren repartidas en otros subgrupos, de tal forma que, para conseguirlas, deban realizar cambios o trueques.
Otro juego educativo colaborativo es el un, dos, bami, juego en el que los jugadores se ubican en círculo. Cada uno de los participantes debe decir un número consecutivo al número que diga el participante que está a su derecha y llegar hasta un número, por ejemplo 40, con la dificultad de que cuando alguien diga un número que contenga el dígito 3 (por ejemplo: 3, 13, 23, 30, 33), se debe sustituir por la palabra “bam”. Por ejemplo: “…diez, once, doce, bam, catorce!”. Si se quiere aumentar la dificultad, se puede añadir otro sonido para sustituir otro número. Cuando alguien falla, hay que empezar de cero, y quien se equivoca se sienta y no participa durante una ronda.
El juego consiste en que los participantes improvisen piropos hacia sus contrincantes. Los participantes se dividen en dos grupos, cuyos integrantes se numeran con los mismos números. El coordinador del juego sostiene un pañuelo. Cuando el coordinador llama un número, el participante que tenga ese número en cada equipo debe acercarse al centro y enfrentar a su contrincante. Los jugadores llamados deben decir cosas bonitas a su contrincante sin detenerse. El primer participante que calle o repita un piropo que ya haya dicho pierde la oportunidad de tomar el pañuelo, y quien continúe diciendo piropos gana el derecho a tomar el pañuelo. El propósito del juego es crear un ambiente de respeto y admiración por los demás, vital para que exista cooperación.
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Referencia:
Andueza, J., & Lavega, P. (2017). Incidencia de los juegos cooperativos en las relaciones interpersonales. Movimento, 23(1), 213-227.