
Hace unos meses, mi mente parecía una sala de juntas ruidosa. El estrés diario y las preocupaciones me tenían al límite, afectando mi bienestar emocional. Buscando una práctica de bienestar real, descubrí el journaling intencionado, y te juro que ha sido una herramienta poderosa para calmar el caos interno. No es solo escribir un diario; es usar la escritura como una práctica de esparcimiento y crecimiento del ser para enfocar mis pensamientos y emociones.
El journaling intencionado me enseñó a no solo registrar lo que pasa, sino a procesar por qué pasa. Me di cuenta de que al escribir sobre mis miedos, les quitaba poder de dominarme y al plasmar mis metas me permitía tener claridad y foco. Científicamente, esta práctica es validada: estudios han demostrado que dedicar 15 a 20 minutos diarios a escribir sobre nuestras emociones y pensamientos reduce los síntomas de ansiedad y depresión, además de fortalecer el sistema inmunitario. Esto sucede porque externalizamos las preocupaciones, permitiendo que el cerebro las procese de manera más objetiva. Yo empecé con textos cortos (No te niego que al inicio es muy extraño porque sucede el síndrome de la hoja en blanco) pero poco a poco fui entendiendo el método y mi bienestar mejoró visiblemente.
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Fuentes:
60: Pennebaker, J. W. (1997). Writing about emotional experiences as a therapeutic process. Psychological Science, 8(3), 162-166.
Baikie, K. A., & Wilhelm, K. (2005). Emotional and physical health benefits of expressive writing. Advances in Psychiatric Treatment, 11(5), 338–346.