Diferencia entre necesidades y deseos: clave para unas finanzas saludables


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Finanzas


En el ámbito de las finanzas personales, una de las diferencias más relevantes y en ocasiones más complicadas de reconocer es la que se encuentra entre las necesidades y los anhelos. 

Entender esta diferencia no solo facilita la toma de decisiones más acertadas al momento de gastar, sino que se transforma en un instrumento esencial para crear estabilidad económica, prevenir el endeudamiento excesivo y aproximarse con más confianza a objetivos significativos como adquirir una vivienda, ahorrar para la jubilación o viajar sin culpas. 

Las necesidades son los costos fundamentales para una vida digna y funcional. Aquí se contemplan aspectos tales como comida, alojamiento, servicios públicos, salud, transporte elemental y educación. Son costos que, si no se cubren, pueden amenazar el bienestar individual o familiar. Por ejemplo, abonar el alquiler o la renta del hogar, adquirir alimentos indispensables o afrontar una cita médica de urgencia son tareas que no pueden ser postergadas sin repercusiones concretas.   

En cambio, los deseos son todos aquellos bienes o servicios que no son imprescindibles para la supervivencia, pero que incrementan la calidad de vida o proporcionan disfrute temporal. Comida en un restaurante de alta gama, sustituir el teléfono móvil por el más reciente, viajar en primera clase o actualizar el armario con ropa de marca, son ejemplos de anhelos. A pesar de que no son perjudiciales ni deben ser eliminados totalmente, resulta crucial aprender a reconocerlos y gestionarlos con cautela, especialmente si los recursos son escasos o si se persiguen objetivos financieros a mediano o largo plazo. 

Una de las claves para establecer esta diferencia está en preguntarse: ¿Esto lo necesito para vivir, o simplemente lo quiero porque me genera satisfacción? Esa reflexión honesta permite replantear muchos hábitos de consumo que, de forma automática, pueden llevar al desorden financiero. Cuando se gasta constantemente en deseos sin una base sólida de necesidades cubiertas, se corre el riesgo de vivir con lo justo o incluso de endeudarse innecesariamente, lo que con el tiempo mina la tranquilidad económica.

El aprender a dar importancia a las necesidades sobre los deseos también facilita la asignación adecuada del ingreso mensual. Métodos como la regla del 50/30/20 pueden contribuir a repartir los recursos de manera balanceada: un 50% para necesidades, un 30% para anhelos y un 20% para ahorro o inversión. Por lo tanto, se consigue sostener un estilo de vida sano sin caer en la limitación extrema ni en el desembolso impulsivo. 

En última instancia, no se trata de erradicar todos los anhelos —dado que el disfrute también forma parte del balance financiero—, sino de identificarlos tal como son: recompensas ocasionales, no prioridades constantes. Quien maneja esta diferencia asume el control de su dinero, invierte con más responsabilidad y progresa con determinación hacia sus metas. Te invito a conocer los programas de educación financiera que ofrece la Cooperativa Coomeva.

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