La forma en que aprendemos no depende solo de la disciplina o la motivación, sino también de cómo funciona nuestro cerebro. En los últimos años ha tomado fuerza la neuroeducación, una disciplina que integra conocimientos de la neurociencia, la psicología y la pedagogía para optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje.
La neuroeducación busca comprender cómo el cerebro procesa la información para diseñar métodos educativos más efectivos. Su propósito es “aprender a enseñar respetando el funcionamiento del cerebro”. Esto implica aprovechar el conocimiento científico sobre la memoria, la atención y las emociones para mejorar la forma en que adquirimos nuevas competencias.
1. Cognición y emoción están ligadas
Investigaciones muestran que las emociones influyen directamente en el aprendizaje. Las neurociencias del ámbito educativo evidencian cómo la cognición y la emoción van de la mano para fortalecer la memoria y el desempeño académico.
2. Repetición espaciada mejora la retención
El spaced repetition —revisar contenidos con intervalos crecientes— permite que la memoria se consolide mejor que repasos masivos. Un estudio de The Journal of Neuroscience reporta que el aprendizaje distribuido refuerza patrones neuronales en plazos más demorados. Además, explicaciones divulgativas muestran que esta técnica puede mejorar la memoria hasta un 200 % respecto a métodos tradicionales.
3. Consolidación durante el descanso y sueño
No basta con estudiar: el cerebro necesita consolidar lo aprendido. Los períodos de reposo contribuyen a fijar la memoria, facilitando que el aprendizaje sea más duradero.
4. Aprendizaje multisensorial y contextualizado
Cuando se usan estímulos visuales, auditivos, táctiles o experiencias reales, se activan múltiples redes neuronales, reforzando la codificación de conocimientos.
• Diseña sesiones breves con objetivos claros, seguidas por pausas o descansos para permitir la consolidación neuronal.
• Integra revisiones con repetición espaciada: tras aprender un concepto, repásalo al día siguiente, a los 3 días, a la semana, etc.
• Alterna formatos: combina videos cortos, lecturas, ejercicios prácticos y discusiones.
• Asócialo con emociones positivas: el aprendizaje que despierta interés, curiosidad o reto estimulante queda mejor fijado.
• Monitorea el progreso: observa qué contenidos se olvidan rápido e insiste con revisiones diferenciadas.
La neuroeducación nos recuerda que aprender no es solo cuestión de voluntad: es cuestión de respetar la forma en que el cerebro procesa, codifica y consolida información. Cuando combinamos emoción, repetición inteligente y estímulos diversos, aprendemos de forma más firme y duradera.
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Fuentes:
https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-07052020000100363&script=sci_arttext&utm_source=