Este es un tema que he explorado en los últimos años, me atrae y me empieza a generar esa curiosidad por seguir encontrando patrones de comportamiento de acuerdo con la influencia que tiene la música en nosotros.
Buscando en internet me encontré con varios estudios realizados donde investigan la relación entre la música y el estado de ánimo, analizando los mecanismos psicológicos y fisiológicos involucrados en las respuestas emocionales a la música.
Y digo que el tema me atrae, porque siempre me he interesado por lo que comúnmente llamamos “crecimiento personal” y suena muy cliché, pero, me gusta buscar actividades que me lleven a encontrar mi mejor versión, a trabajar en las cosas, creencias, actitudes y comportamientos que me limitan y promover aquellos que me lleven a ser quien quiero ser.
Pero… soy humana, así que cuando llegó la onda de la música popular juvenil o de estos tiempos, que habla de desamor, despecho, tristeza, y sus cantantes son jóvenes, las melodías diferentes a lo que escuchaban los abuelos, entonces empecé a escucharla a diario, a cantar a todo pulmón, a pedir canciones en las reuniones familiares y/o de amigos y al cabo de unos meses, noté algo que no me gustó
Noté que me sentía triste, que no tenía la misma energía y que estaba de mal humor con mayor frecuencia, también un leve dolor de cabeza me acompañaba a diario, así que, aunque no creo que la música tenga la culpa en un 100%, si creo que su influencia afectó mi estado de ánimo.
Esta clase de melodías melancólicas lograban conectarse directamente con algunas tristezas internas, recordaba situaciones de años atrás, o me imaginaba experimentando el dolor que se describe en las letras, realmente experimentaba momentos tristes que no estaban ocurriendo en mi vida en ese momento, y era extraño, así que tomé la decisión de suspender esas listas de reproducción triste y busqué canciones positivas, que me lleven a momentos felices, que me inviten a ser mejor cada día, que me saquen una sonrisa, y me encontré muchas canciones, poco conocidas, pero que generaban en mí una sensación de placer y bienestar.
¿Te has preguntado alguna vez cómo es posible que la música tenga este tipo de influencia en nuestro estado de ánimo?, me encontré que la respuesta radica en las ondas vibratorias y las características musicales que nos llegan directamente al corazón y al cerebro. Cada nota, cada melodía y cada ritmo crea una respuesta emocional única en nosotros. Las frecuencias y las vibraciones de la música pueden sincronizarse con nuestro ritmo cardíaco y nuestros patrones cerebrales, generando un efecto directo en nuestras emociones.
El aprendizaje que me llevo es que, así como nuestro cuerpo requiere de buena alimentación, igual lo requiere nuestra mente y espíritu, por lo que podemos fortalecer nuestras rutinas de bienestar creando listas de reproducción conscientes y positivas, algunas de mis canciones favoritas son “Optimista de Caloncho”, “Si lo quiero puedo" de Dani Senay, “Sonríe Princesa" de Martina la Peligrosa, entre muchas otras.
Aprendamos a tener hábitos sanos y productivos que alimenten mente, cuerpo y espíritu.