Debo empezar este artículo refutando la frase con la que lo he titulado: la programación no es la profesión del futuro, es la profesión del presente. De acuerdo con un estudio realizado por la empresa Talently, la demanda de programadores en Colombia crecerá en un 65% en los próximos años y se mantendrá en esa tendencia, al menos, durante las próximas dos décadas.
El portal Netec explica que la programación “es el arte del proceso por el cual se limpia, codifica, traza y protege el código fuente de programas computacionales, en otras palabras, es indicarle a la computadora lo que tiene que hacer”. Así de sencillo, como lo describe la última frase, programar es darle órdenes a una computadora.
Los desarrollos tecnológicos de las últimas décadas y el auge de las startups, nuevas empresas que comercializan productos y servicios a través del uso de las TIC, han propiciado las condiciones necesarias para que cada vez se requieran más profesionales en este campo, es uno de los pocos, o tal vez el único, en el que hay mayor demanda que oferta, es decir: hacen falta personas para cubrir estas vacantes.
El estudio de Talently reveló que, en Colombia, los programadores son en su mayoría jóvenes entre los 21 y 38 años, los cuales reportan un salario promedio de 3 mil dólares, de acuerdo con la especialidad en la que se desempeñen.
Además de los apasionantes retos que implica el aprendizaje en este campo, otras razones por las que dedicarse a la programación resulta tan atractivo son la oportunidad de laborar en modalidad de home office, trabajar con empresas internacionales y acceder a un salario promedio muy por encima de la mayoría de profesionales en el país.
El mundo está cambiando. Varios años llevamos hablando sobre la automatización de muchas labores que antes desempeñaban las personas y que ahora son reemplazadas por las máquinas. La tecnología está cada vez más presente en nuestras vidas, así que debemos acoplarnos a esta realidad y aprovechar las oportunidades que el mercado está ofreciendo.
Es necesario que en las instituciones educativas de educación media y superior se propicie la formación en este campo, para preparar a los jóvenes en una profesión que el mercado laboral realmente está necesitando. No todos se volverán programadores, claramente, pero los contenidos y actividades orientadas en los colegios influyen mucho en la toma de decisiones respecto a qué estudiar después de terminar el bachillerato.
Aún hay grandes retos, como la disminución de la brecha de género, ya que actualmente en Colombia el 77% de personas dedicadas a la programación son hombres, pero está claro que están dadas las condiciones para potenciar aún más este ecosistema de aprendizaje e impulsar el talento nacional que se destaque en los servicios de tecnología en todo el mundo.
Existen dos caminos para llegar a este campo, cualquiera de los dos es igualmente válido. El primero es la educación formal profesional, eligiendo en las universidades carreras como Ingeniería de Sistemas, Ingeniería Informática, Desarrollo de Software, entre otras. Este camino implica las dinámicas del modelo tradicional de la educación superior y que finaliza con la obtención de un título que acredita al estudiante como ‘profesional.
El segundo es la formación focalizada, a través de modelos educativos alternos, altamente popularizados actualmente gracias al auge de los medios digitales. Este es un camino más corto, muy enfocado a las necesidades del mercado y donde el estudiante es, en gran medida, quien determina su nivel de dedicación para lograr la meta esperada.
Algunas de las plataformas recomendadas para aprender programación y encontrar trabajo en empresas de tecnología nacionales e internacionales son Platzi, Egg Cooperation y Henry. Igualmente, se recomienda estar atento a las convocatorias constantes de diferentes organizaciones que otorgan becas en este campo, como la iniciativa privada Prospercity o el proyecto gubernamental Misión TIC.
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