Era una noche como cualquiera, un día del mes de diciembre. Como de costumbre se programan novenas navideñas, en las diferentes casas. Ella me dijo: "Voy a asistir una novena en de la casa de unos amigos de la familia de mi novio".
Cómo siempre cuando está con él, yo me quede muy tranquila. Llegué a casa y me acosté a dormir. Cuando ella llega tarde, siempre me despierto y escucho su llegada y sigo durmiendo tranquilamente.
Esta ocasión fue diferente. Me desperté sobre las 12:30 am y como no la sentí llegar, me paré de la cama y pasé por el pasillo, hasta su habitación, para revisar su cama. No entré.
Solo revisé desde la puerta y no encendí las luces y vi su cama vacía.
Volví a mi cama y le llamé varias veces a ella y a su novio desde el celular. Ya eran la 1 de la mañana. Llevaba media hora marcando a su número y al de él.
Ya bastante preocupada decidí marcar a la mamá del novio. Y ella me explicó que la habían dejado a la entrada de la unidad a las 11:30 de la noche.
Casi muero en ese momento. Salí corriendo y gritando de la habitación. “¡Mamá, mamá Ximena no llegó!”.
Y entonces de su habitación salió mi hija. Más asustada que yo, por los gritos míos. Y mi viejita de 84 años también se levantó asustada.
Le pregunté a mi hija por qué no contestaba y me dijo mamá el celular estaba con volumen bajo.