Emprender no es solo iniciar un negocio; es iniciar un sueño. Es apostar por una idea cuando aún no existe, confiar en ella cuando nadie más la ve y levantarse una y otra vez cuando el camino parece incierto. Detrás de cada emprendimiento hay una historia, una motivación profunda y una enorme dosis de valentía.
En un mundo que cambia a velocidad récord, el emprendimiento se ha convertido en una respuesta creativa ante los retos económicos, sociales y personales. Según cifras de la Global Entrepreneurship Monitor (GEM), Colombia es uno de los países con mayor actividad emprendedora en América Latina. Pero también es uno de los que enfrenta mayores tasas de abandono, especialmente por falta de formación, acompañamiento y acceso a financiación.
El emprendimiento no solo requiere una buena idea, también pide estrategia, conocimientos en administración, marketing, finanzas, habilidades blandas y redes de apoyo. Por eso, más allá del talento, lo que verdaderamente potencia un negocio es el entorno que lo nutre. Y es que el camino del emprendimiento está lleno de aprendizajes que no solo transforman ideas en productos, sino también personas en líderes. Cada error se convierte en una lección, cada cliente en un maestro, cada venta en una celebración. Emprender es construir resiliencia, creatividad y visión a largo plazo. También es aprender a tomar decisiones difíciles, a administrar con criterio y a entender que el éxito se compone de pequeñas victorias diarias que no siempre se ven, pero que suman. Espacios donde compartir experiencias, recibir mentoría, encontrar aliados y fortalecer capacidades son fundamentales para que los proyectos no solo nazcan, sino crezcan con sentido.
En ese contexto, cobra un valor inmenso contar con redes que acompañen este proceso. Porque emprender también puede ser un acto colectivo, donde se aprende de otros, se recibe apoyo emocional y se construyen comunidades creativas. La colaboración, el aprendizaje compartido y la construcción de propósitos comunes hacen del emprendimiento un camino menos solitario y más poderoso.
Un ejemplo vivo de este acompañamiento es la labor de la Fundación Coomeva, que impulsa el emprendimiento desde una visión humana, cooperativa y sostenible. A través de eventos, capacitaciones, mentorías y programas como “Emprende Coomeva”, cientos de asociados han logrado transformar ideas en negocios reales, sostenibles y conectados con sus comunidades. Como lo afirma la Fundación: “Creemos en el poder del emprendimiento para transformar vidas y territorios” (Fundación Coomeva, 2024).
Porque cuando el emprendimiento cuenta con respaldo, formación, alianzas y comunidad, el reto se convierte en oportunidad. Y eso es lo que hace la diferencia.
Referencias bibliográficas: