Cada vez son más las personas que sufren adicción a las drogas, pero solo 1 de cada 7 en todo el mundo recibe tratamiento cada año. Alrededor de 300.000 personas mueren por el consumo de drogas ilícitas. El problema de las drogas es grave en todo el mundo y mucho más complicado de lo que parece. A pesar de las campañas de información y las guerras contra las drogas, el problema sigue creciendo. ¿Por qué las campañas contra las adicciones son ineficaces?
Para empezar, las drogas ilegales matan a muchas personas todos los años, pero la sobredosis de drogas legales también es un problema grave, alguna vez considerada una adicción, dadas todas las muertes para las cuales el alcohol y el tabaco eran factores de riesgo. El número de personas con debilidad o mal carácter supera los 10 millones. En cuanto a la falta de voluntad, creemos que las personas que sufren depresión o autismo es causada por la falta de voluntad, no porque sepan que es un trastorno metal.
Así mismo, la adicción está clasificada como un trastorno por uso de sustancias en el DSM-5. Se sabe que las drogas ilegales y legales, incluidos los opioides médicos, activan el sistema de mejora de la recompensa. Generalmente, este sistema nos ayuda a mantenernos con vida. La dopamina se libera como recompensa. Acciones como comer, beber y dormir, incluidas las relaciones sexuales y sociales, tienen lugar en el núcleo accumbens. Pero así como no todos somos adictos a estas actividades, el consumo de drogas no nos convierte en adictos. Una o dos de cada 10 personas que consumen drogas esporádicamente se convierten en consumidores habituales por varias circunstancias.
Para empezar, existen sustancias altamente adictivas como la cocaína, la metanfetamina y la heroína. Por ejemplo, incluso con el alcohol, el 23% de los consumidores de opioides se vuelven adictos, pero con otras sustancias como la marihuana, solo el 9% se vuelve adicto. Entonces. ¿Qué tan adictivas son las drogas? Esto depende de varios factores, incluida la velocidad de acción, los ciclos cortos y la accesibilidad. Por otra parte, también depende de la persona, es decir, si sufre de ansiedad, es más probable que se vuelva más adicto a la marihuana en vez de la cocaína.
Por lo tanto, hay rasgos en la personalidad o estados emocionales que pueden contribuir a que una persona sea adictiva como la tensión, la ansiedad, la tristeza, desesperanza, sumisión, impaciencia, inseguridad, individualidad, reservación, vergüenza y apatía. Sin embargo, no existe científicamente un estado emocional universal que concluya que una persona se vuelve adictiva.