La frase “somos lo que comemos” no solo aplica al estado físico, sino también al mental.
Numerosos estudios han demostrado que la alimentación tiene un impacto directo sobre
el estado de ánimo, los niveles de energía, la concentración y la salud emocional. En un
mundo donde el estrés, la ansiedad y la depresión afectan a millones de personas, la
nutrición se convierte en una aliada poderosa para el bienestar integral.
El cerebro consume aproximadamente el 20% de la energía total del cuerpo y requiere una combinación específica de nutrientes para funcionar correctamente. Alimentos ricos en vitaminas del complejo B, omega-3, magnesio, triptófano y antioxidantes favorecen la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, claves en la regulación emocional.
Una dieta basada en alimentos ultraprocesados, azúcares refinados y grasas trans puede
generar inflamación, afectar el equilibrio hormonal y alterar el sistema nervioso. Esto puede
traducirse en irritabilidad, fatiga, falta de motivación o síntomas depresivos. En contraste,
una alimentación balanceada puede mejorar notablemente el estado de ánimo y la claridad
mental.
• Pescados grasos (como atún o salmón): ricos en omega-3, fundamentales para la salud cerebral.
• Frutas y verduras: aportan antioxidantes que protegen las neuronas del estrés oxidativo.
• Legumbres y cereales integrales: estabilizan los niveles de glucosa, evitando bajones de energía.
• Frutos secos y semillas: fuente de grasas saludables y magnesio, asociado con menor riesgo de ansiedad.
• Chocolate oscuro: estimula la producción de endorfinas y mejora el estado de
ánimo moderadamente.
Además de qué se come, cómo y cuándo se come también influye. Establecer horarios regulares de comida, mantener una buena hidratación, evitar ayunos prolongados o comer en exceso son prácticas que favorecen el equilibrio emocional.
En el contexto local, adoptar una alimentación saludable es posible incluso con recursos
limitados. Optar por preparaciones caseras, incluir productos frescos del mercado y reducir
el consumo de bebidas azucaradas puede marcar una gran diferencia.
Cuidar lo que comemos no solo transforma el cuerpo, sino también la mente. Una buena alimentación puede potenciar la concentración, regular las emociones y prevenir alteraciones del ánimo. No se trata de seguir dietas extremas, sino de hacer elecciones conscientes, sostenibles y adaptadas a cada estilo de vida.
Si buscas herramientas para cuidar tu salud mental y adoptar mejores hábitos, puedes
apoyarte en iniciativas que promueven el bienestar físico y emocional, como las que ofrece
Coomeva a sus asociados. Tu mente también se alimenta, y merece lo mejor.
Referencias
• Jacka, F. (2017). Brain Changer: The Good Mental Health Diet.
• Organización Mundial de la Salud (OMS). Alimentación saludable.