En América Latina, el modelo cooperativo ha demostrado ser una alternativa poderosa para impulsar la economía y fortalecer comunidades. Uno de los ejemplos más destacados es Copersucar, la cooperativa brasileña que se ha consolidado como la mayor red de productores de caña de azúcar y etanol en el mundo.
Su historia muestra cómo la unión de pequeños y medianos productores puede transformarse en un gigante global sin perder de vista los principios de cooperación y sostenibilidad.
Copersucar nació en 1959 en São Paulo, Brasil, como una alianza de ingenios azucareros que buscaban tener mayor competitividad frente a los grandes conglomerados. La idea era simple pero poderosa: unir fuerzas para negociar mejores precios, reducir costos y abrir mercados internacionales.
Con el tiempo, esta cooperativa se convirtió en un referente de eficiencia colectiva. Hoy agrupa a más de 30 unidades productoras, gestiona toda la cadena de valor (desde el campo hasta la exportación) y tiene presencia en más de 100 países.
El modelo de Copersucar se basa en tres pilares estratégicos:
1. Escala y competitividad: al unir a diferentes productores bajo una misma marca, lograron convertirse en uno de los principales exportadores de azúcar y etanol del planeta.
2. Innovación tecnológica: la cooperativa invierte de manera constante en investigación, logística y sostenibilidad para mantenerse a la vanguardia en un sector altamente competitivo.
3. Gestión democrática: cada productor asociado participa en las decisiones estratégicas, manteniendo el espíritu cooperativo que la vio nacer.
Más allá de su éxito económico, Copersucar tiene un impacto social significativo. Genera miles de empleos directos e indirectos en zonas rurales de Brasil, fomenta la inclusión financiera de pequeños productores y contribuye al desarrollo de energías limpias a través del etanol, considerado una alternativa sostenible a los combustibles fósiles.
Copersucar demuestra que las cooperativas no son solo organizaciones de pequeña escala; también pueden competir en los mercados más exigentes del mundo. Su experiencia ofrece lecciones valiosas para otros países de América Latina: la unión de productores, la innovación constante y la gestión participativa son la fórmula para enfrentar los retos de la globalización y crear desarrollo inclusivo.
El caso de Copersucar en Brasil es prueba de que el modelo cooperativo puede trascender fronteras y convertirse en un jugador global sin abandonar su esencia solidaria. En una región con grandes desafíos de desigualdad y competitividad, este ejemplo inspira a ver en las cooperativas no solo un mecanismo económico, sino un verdadero motor de transformación social.
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Fuente: Copersucar, Wikipedia.