Los humedales se caracterizan por su disposición constante o temporal de agua, hecho que favorece el desarrollo de una amplia diversidad de fauna, flora y microorganismos. La importancia de los humedales radica en que son ecosistemas que poseen como componente esencial el agua.
El término humedal hace referencia a un estadio intermedio entre el medio seco y el húmedo, lo cual significa que no posee las características propias del medio terrestre ni del acuático.
El agua de los humedales puede ser salada o dulce. Son ejemplos de humedales, los pantanos, las ciénagas y los manglares.
Durante mucho tiempo los humedales fueron vistos como pantanos sin ninguna utilidad, y como un lugar para desarrollo de mosquitos e insectos transmisores de enfermedades. Actualmente, los humedales son considerados como hábitats que deben protegerse por sus valores ecológicos.