La gobernanza en una cooperativa es mucho más que reglamentos y actas: es la manera en que una comunidad decide, controla y corrige su rumbo. A diferencia de las empresas convencionales, aquí cada persona asociada es copropietaria y, por tanto, corresponsable del resultado. La participación activa no se agota en “asistir a la asamblea”; implica informarse, deliberar, votar con criterio, hacer veeduría y proponer mejoras que reflejen las necesidades reales del colectivo.
1. Información entendible y a tiempo. Reportes claros sobre estados financieros, riesgos, planes y resultados permiten discutir con evidencia. Si los datos llegan tarde o en lenguaje técnico inaccesible, la participación se vuelve ritual. Un buen resumen ejecutivo y canales abiertos de consulta marcan la diferencia.
2. Voto informado y representación rotativa. Elegir consejeros y comités con hojas de vida visibles y metas medibles, así como promover periodos definidos y rotación, evita la concentración de poder. El ideal: renovar sin perder memoria institucional.
3. Rendición de cuentas y evaluación ciudadana. No basta con presentar números; hay que explicar decisiones, comparar promesas con logros y asumir correcciones. Encuestas periódicas y audiencias abiertas fortalecen la confianza y revelan oportunidades de mejora.
4. Formación para decidir. La democracia económica requiere alfabetización financiera, comprensión de riesgos y lectura crítica de proyectos. Talleres breves y continuos (presenciales y virtuales) elevan el nivel del debate y vuelven más sólidas las decisiones.
5. Puentes digitales y presencia territorial. Plataformas para votar, foros de discusión y transmisión de asambleas amplían la voz de quienes viven lejos o .enen horarios complejos. Complementarlas con encuentros locales asegura inclusión de contextos diversos.
Una gobernanza viva produce cooperativas más resilientes: decisiones balanceadas, servicios alineados con las necesidades, innovación responsable y control social efectivo. Además, multiplica el capital social, confianza, redes y colaboración que sos.ene proyectos colectivos de largo aliento. Cuando la gente se siente escuchada, se compromete; cuando se compromete, la organización evoluciona.
La invitación es concreta: preguntar, proponer, votar y hacer seguimiento. Participar no es un trámite, es el mecanismo que convierte a la cooperativa en una herramienta real de progreso compartido. Quien se involucra transforma su experiencia de “usuario” en la de “constructor” del bien común.
Desde esta perspectiva, Coomeva impulsa una participación con impacto: formación continua para asociados y delegados, herramientas digitales para deliberar y decidir, y espacios de rendición de cuentas que permiten aprender y corregir a tiempo. Así, la voz de cada asociado deja huella en la estrategia y los resultados, asegurando una cooperativa más transparente, inclusiva y orientada al valor social.
Referencias
• Birchall, J. (2014). The governance of large cooperative businesses. Manchester University Press.
• International Cooperative Alliance (2021). Cooperative identity, values & principles.